Constantino Unghetti Álamo, de origen giennense, de la localidad de Castellar, nacerá el 24 de enero de 1923. Afincado desde los años 50 en Jaén, capital, donde tiene su estudio de escultura.
Unghetti, como le llamaban al verle, tiene una vida distinta a los demás, común a todos los que saben que esto del arte les condiciona. Un artista es una persona diferente al resto de los humanos. Siente, habla, observa, piensa y se comporta con extrañeza con respecto a los que le circundan.
Desarrollar esta vida para un escultor, que pasó una guerra y postguerra, no ha sido sencilla. Tiempos para salir de Castellar (Jaén), para coger el tren de los sueños y poder realizar el oficio de la talla aprendida en el taller paterno, ahora de forma escultórica. Guadalajara, su primera estación le sirve de toma de contacto con las gentes castellanas que valoran sus trabajos premiados en concursos, que marcan en el artista novel, su carrera profesional.
Madrid, esa urbe soñada y lograda a costa de esfuerzo constante, dónde Constantino insistentemente trabaja en actividades varias relacionadas con su arte, que es el único capital que tiene. “El Círculo de Bellas Artes” de Madrid va respondiendo a sus necesidades de contactar con las gentes que hablan su lenguaje artístico, que comparten sus inquietudes y donde Dalí o Vázquez Díaz, no eran mitos inalcanzables sino maestros que les enseñaban sus experiencias. Sus amigos, ahora tan conocidos, Antonio López “Antoñito”, Eduardo Capa (fundidor de Bronce), Jacinto Higueras Cátedra, María Rosa (bailaora), Regino Pradillo (escultor),…eran su referente y su recuerdo cuando por razones familiares tenía que abandonar ese paraíso de libertad madrileño.
Entre esos viajes a Castellar, encuentra su destino definitivo, la mujer y el trabajo que le llevará al Jaén de los años 50. Un Jaén provinciano donde escultura y artista desconocido no era el binomio perfecto para formar una familia ni tener un trabajo seguro.
Vuelta al capital heredado en Castellar, la arqueología y con ella pasa a ser becado en “El Instituto de Estudios Giennenses”, dónde recibe las posibilidades que le permiten expandir sus inquietudes. Por un lado la formación de un grupo de jóvenes llegados de la postguerra, llenos de ilusiones y acostumbrados a que la vida no se llamaba “facilidad”, formaron el grupo artístico-cultural “Advinge” y por otro el encargo de la talla del Cristo Yacente, que le lleva a la fama, en unos momentos en los que la penuria económica empezaba a amenazar.
Un gobernador, Felipe Arche Hermosa, interesado por la cultura y el arte, que apoyaba las iniciativas del grupo advingista, así como al joven escultor con el que le unió una sólida amistad.
Hay que improvisar talleres de escultura para los grandes trabajos. En principio, una sala de la Diputación Provincial de Jaén, para el Cristo Yacente y, después, el bajo de la torre de la Iglesia de San Roque, para la “Virgen de la Paz”.
Iniciadas estas grandes obras religiosas le sucede la escultura urbana de carácter monumental en piedra.Bloques de caliza de10 toneladas se descargan en un solar junto al taller de Unghetti en la década de los sesenta.
Esculturas que se solapan por la sucesión de encargos, trabajando a pleno rendimiento. Un estudio propio y convertido en una empresa escultórica que solo contaba con el comprensor para aligerar el desbaste de la piedra y un equipo de trabajadores (montadores de barro, escayolistas y picapedreros) compenetrados con el artista y de gran calidad humana.
Obra trabajada con un estilo figurativo, simbolista y de grandes planos de ejecución, que se presenta con naturalismo en los rostros (Monumento “Despedida del pescador”, “Niño de la Fuente”…)o con una carga de realismo (“Mujer ahogándose” u “Hombre encadenado”, ambas de la Fuente monumental de Beas). La muerte del entonces héroe nacional , “José Antonio Primo de Rivera”, presentada a modo simbólico en la desaparecida obra del hombre que lo representaba. Y de héroes a Reyes como “San Fernando”, guerrero idealizado y de elegantes proporciones rozando los cánones de los guerreros del gótico medieval.
Una propuesta interesante para trabajar de nuevo en la apasionante arqueología hace que Unghetti alterne su arte escultórico con el Museo Provincial . Se suceden los encargos de figuras monumentales ahora optamos por el bronce, que simplifica el proceso en el estudio y los colaboradores escasean.
Los años setenta y ochenta son intensos. Excavaciones en Cerrillo Blanco , restauraciones arqueológicas, montajes de museos por varias provincias españolas y un estudio abierto para la realización del “Guarda Forestal”, Los “Aceituneros de Martos”, los pequeños monumentos a “D. Quijote”, al “Maestro Cebrián”, al “Maestro Álvarez Alonso”, etc. Sin dejar el estilo personal que le caracteriza en la talla de la piedra, en bronce expresa la maestría del artista consolidado.
Talla en madera o piedra no diferencian su estilo y queda plasmado afortunadamente en las obras del “Cristo Rey” y “Cristo Resucitado”, que en grandes dimensiones magnifican un trabajo de la madera que se adelanta a las expresiones de modernidad vigentes.
Una obra en gran formato era el sueño, ahora cumplido, de este escultor. También hay una talla en pequeño formato, no menos interesante, dónde se perciben en bocetos las primeras intenciones ejecutorias de la monumentalidad. Expresar en pocos centímetros un posible monumento de varios metros, solo lo consiguen aquellos que tienen sentido de la grandeza.
Un estilo, muy definido, marca las tallas de pequeñas dimensiones, que hacen que no se comporten como ornato domestico y obtengan el valor de pieza de arte. Un busto, una obra devocional, una figura alegórica, un caprichoso boceto, unos relieves en madera o piedra, un retrato familiar, un proyecto irrealizado, una pieza para el deleite del artista, etc, son algunas de las obras que componen sus pequeñas producciones. Algunas tan entrañables como el busto “Mi padre” o “Mi hija”, la “danza del Fuego” y “los campesinos”, son piezas que pertenecen siempre a su colección.
Restauraciones de imaginería y proyectos monumentales, son los últimos trabajos de una larga y densa trayectoria artística e intelectual.
El monumento a los “Donantes de sangre” (Jaén), como colofón a esta dilatada carrera, supera en gran medida las dimensiones y materiales de los anteriores y que realiza en 1999 en colaboración con su hija Paz, que está terminando el monumento a la “Dama Ibera” de Castellar, gestado en el año 2001 con su padre y que en breve será inaugurado.
No deja Castellar en el olvido, como un referente de sus orígenes y de sus primeros conocimientos. El discurso de ingreso como consejero del I.E.G., tiene a bien realizarlo en este su pueblo, haciéndolo coincidir con su nombramiento como “Hijo Predilecto” en el año 2001.
En abril del 2010 se le ha realizado una exposición homenaje por parte de la Diputación Provincial de Jaén en el centro cultural Palacio de Villardompardo de la capital. En ella la muestra seleccionada de sus obras en pequeño formato y grandes paneles con su obra monumental, así como herramientas, bibliografía y otros, han formado una magna exposición con la presencia destacable de la imagen del Cristo Yacente de san Ildefonso, obra cumbre de su imaginería.
Su siempre inquietante creatividad le proporciona pensamientos y deseos de trabajar, porque un artista siempre permanece.
PAZ UNGHETTI