Palomero Páramo y García López realizaron la siguiente descripción de la imagen:
Donada por la familia Barajas Moreno.
Realizada en pino.
Medía 1.58m.
Posición frontal de la cabeza, dirigiendo la mirada hacia abajo y a la derecha.
Ojos de cristal y pestañas postizas.
Lágrimas de cristal, dos en la mejilla derecha y tres en la izquierda.
La boca, entreabierta.
Sus manos extendidas, llevando en la derecha un pañuelo y en la izquierda la corona de espinas.
El candelero, de base ovulada, con seis listones.
En el pecho, clavado un puñal.
El día 5 de abril de 1943 fue expuesta en la Sacristía de la iglesia del Hospital provincial, siendo admirada por el señor cura párroco de San Ildefonso don José Vera Mármol, Director espiritual de la Cofradía; por el gobernador de la misma don Ángel Pastor Rubio y por todos los señores que componían la Junta de Gobierno.
El domingo día 11 de abril de 1943, a las once de la mañana se celebró en la iglesia parroquial de San Ildefonso la bendición de la nueva imagen de la Soledad. Ofició en dicha ceremonia el M. I. señor Vicario general de la diócesis doctor don Agustín de la Fuente González, quien revestido de capa pluvial y asistido por el señor cura párroco y de otros sacerdotes , procedió a la bendición de las imágenes.
María Soledad Lázaro Damas definió la imagen de este modo y manera: “…procesiona, acorde con su iconografía, con manto negro y corona de espinas en sus manos. Inspirada en la Piedad, venerada en San Ildefonso, su rostro se resuelve con una actitud reflexiva y doliente, subrayada por las lágrimas”.
El señor Unguetti hizo en 1961 unas manos nuevas a la Virgen que pintó Abascal.
Según confesión de Paco Latorre, posiblemente allá por los años setenta el cuerpo de la Soledad fue restaurado. Esta noticia se ve confirmada por el comentario de Paco Jiménez quien afirma que la Virgen recibió unos retoques en la Escuela de Artes y Oficios.
La imagen de la Soledad se trasladó en 1999 para ser restaurada: Tras los meses más tórridos del verano, la imagen recibió culto en la festividad de los Dolores de Nuestra Señora. Se convirtió en la despedida de su iglesia y de sus cofrades. Tras la misma, fue llevada a la casa de hermandad para prepararla convenientemente para el viaje.
Finalmente el desplazamiento se produjo el 17 de setiembre: fue acompañada por una buena parte de los miembros de la Junta de Gobierno. Los escultores aseguraron que todo saldría bien y que necesariamente se le iba a ver distinta por el escaso mérito de la policromía y por el ennegrecimiento de la mascarilla debido al paso del tiempo. En la hornacina de su capilla se colocó, en su ausencia, un retrato de la imagen.
Consecuentemente al estudio efectuado por sus restauradores se tomó la decisión de concebir otra talla, réplica de su antecesora.
LA ACTUAL SOLEDAD
Como ocurre en todas, también para la imagen de la Soledad que tallara Muñoz Arcos en los años cuarenta llegaba el momento de una severa restauración. Se observó que la mascarilla tenía algunas grietas, le faltaban algunas lágrimas, las pestañas, múltiples arañazos en cuello y cabeza, la sujeción de los brazos era deficiente y el candelero no tenía un soporte firme.
Se estudiaron varios presupuestos y la Junta de Gobierno optó por don Antonio Bernal Redondo y don Francisco Romero Zafra. Don León Suárez, Delegado episcopal otorgó su beneplácito.
La condición previa expuesta por la Junta de Gobierno fue que la imagen conservara su apariencia original. El siguiente paso para la restauración fue la emisión del estudio técnico por parte de los escultores.
Se hizo necesario sustituir las manos por otras nuevas: las actuales no eran las originales, tenían grietas, la policromía no correspondía y estaban desproporcionadas de acuerdo con las medidas antropométricas. Las manos sólo tenían movimiento giratorio. No procedía restaurar los brazos, ello era debido a su pésima conservación y la lesionada sujeción del sistema de articulación. Se decidió hacerlos nuevos con el sistema rotatorio de manos, que era más efectivo y a la vez más práctico para acomodarla en besamano, así las manos tienen los mismos movimientos articulares que la humana.
Según lo dicho se le dió a la imagen un aumento de su tamaño: cuatro centímetros de altura. Al cuerpo se le confirió una inclinación propia de una imagen dolorosa y abatida. Se sustituyó también el sistema de fijación de la corona, para que la Virgen pudiera vestir de hebrea.
El 20 de octubre los escultores solicitaron a la Junta de Gobierno personarse en su taller: dos días más tarde se dirigieron a Córdoba. Bernal y Romero sospechaban que la mascarilla era de escayola; para comprobar dicha circunstancia realizaron una cala en la mascarilla aprovechando una de las marcas dejadas por la caída de una de sus lágrimas. Además el interior se hallaba maltrecho por la oxidación, debido a que estaba fijado con puntas de hierro al resto de la cabeza, que era de madera. Por otra parte la mascarilla presentaba una gran grieta que la dividía en dos partes a la altura de la boca.
La escayola no garantizaba la restauración por mucho tiempo por lo que el trabajo a realizar no tenía demasiado sentido.
No existen documentos que explicasen la causa por la que era de escayola pero pudo deberse a que la técnica utilizada fuera el de un vaciado por el sistema de apretón, hecho sobre Nuestra Señora de la Piedad.
Así pues, la solución pasaba por tallar otra imagen: la Junta de Gobierno no quería que cambiara sus rasgos por lo que, con la conformidad del Capellán, se decidió aceptar la sugerencia de los escultores consistente en «sacar de punto, mediante pantógrafo, una réplica exacta de la mascarilla de escayola, en madera de cedro real para asegurar la existencia de la misma con material más noble y duradero, sin perder sus caracteres y fisonomía primitivos»(simplificando la técnica aplicada sería semejante a la empleada en un duplicado de llaves).
En conclusión, en palabras de la Junta de Gobierno, la mascarilla y cabeza son de una sola pieza, unida a un tronco sólido y tallado para vestirla mejor.
Como nota curiosa diremos que las manos y la mascarilla se encuentran ubicadas en el pecho de la nueva imagen de la Soledad. Todo ello generó un gasto de 850000 pesetas.
El 4 de abril de 2000 la cofradía celebró una misa de recepción a la nueva imagen.